domingo, 16 de enero de 2011

El tren que va a Bergen

Siete horas son las que separan en tren Oslo de Bergen. Aunque sea un viaje largo no dudamos en cogerlo por dos razones: había que conocer la segunda ciudad más importante de Noruega y también había que hacer uno de los viajes en tren más bonitos del mundo. El tren sale de Oslo y empieza a subir la montaña hasta llegar a su punto más alto a 1222 metros a nivel del mar en Finse.


Pese a ser invierno y estar todo nevado el paisaje cambia tanto que parece que estas en tres escenarios distintos. Dejando atrás Oslo ves las montañas con las casas escondidas y te preguntas ¿cómo es posible que una persona llegue a esa casa perdida en la montaña? Y a medida que sigues subiendo llegas a las zonas de las pistas de esquí. Parece que de repente has aparecido en el Polo Norte porque solo se ve blanco, apenas ves un poco de vegetación.



Hasta que los fiordos empiezan a entrar en el paisaje y las montañas se mezclan con el mar. Es en ese momento cuando Bergen se acerca, esa pequeña ciudad en el oeste de Noruega. Se sitúa en la costa sur en un valle formado por un grupo de montañas que se llaman “de syv fjell” (las siete montañas). Me encantó. Quizás por esa mezcla de mar, montaña y fiordos o por su encanto de ciudad pequeña con casitas.



Cuando llegamos mi amiga me comentó que la chica con la que nos quedábamos vivía en la montaña y pensé si bueno montaña… Efectivamente vivía en un barrio en lo alto de la montaña pero era increíble. Su piso tenía una ventana enorme con unas vistas de la ciudad y del mar impresionantes. Cada vez que salíamos de casa era una aventura porque la bajada al pueblo era fácil sólo bajar, bajar y bajar pero a la vuelta la cosa se complicaba. Para hacerse una idea el transporte público que más se acercaba a la casa era un teleférico pero solo subía hasta la mitad después tenías que seguir andando. La verdad que pese a haber sido advertidas la primera noche volviendo a las 5 de la mañana nos perdimos volviendo y casi nos quedamos a pasar la noche tiradas en la montaña. Menos mal que la bola del mundo iluminada que tenía en la ventana de la casa nos salvó.


Bergen, la ciudad escondida entre las montañas, es una de las ciudades más bonitas de Noruega y para mi una de las más bonitas que he visto. Quizás una de las partes que más me gustaron fue la de Bryggen. En el muelle hay un conjunto de casas de madera de colores reconstruidas tras un incendio, eso es Bryggen. Las callecitas, las cuestas, el aspecto de pueblo de cuento, todo eso me encantó de Bergen. Tanto fue así que nos pusimos a buscar las universidades para ver si era posible estudiar allí. El ambiente que tiene la ciudad. Bares con música y conciertos en directo. Discotecas con distintas salas, tu decidías que querías hacer si bailar, escuchar música en directo o simplemente estar tomándote algo mientras charlas.

Estuve dos días y me supo a poco. No veo el momento de poder volver y conocer mejor esa pequeña joya de los fiordos.

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